Es una tradición milenaria, que la novia llegue a la ceremonia en un carruaje finamente adornado, tirado de hermosos caballos o cargado por leales súbditos pero hoy en día es más fácil alquilar o pedir prestado un lindo auto.
Un carruaje de estilo español tirado por caballos. O una elegante limusina. Un Rolls Royce en color crema con espectacular carrocería vintage y techo descapotado. O quizá el sueño de muchos novios: un convertible deportivo, de elegantes líneas, firmado por Jaguar o Aston Martin. La entrada de la novia en la Iglesia viene precedida por su llegada acompañada del padrino, y suele sellarse con la salida de los recién casados bajo una nube de arroz, y un paseíllo en coche que les lleva hasta el lugar de la celebración.
Dos trayectos indispensables, que forman parte de la tradición de la boda, y que muchas parejas aprovechan para darse un capricho, y montar a bordo de ese coche o carruaje con el que han soñado toda la vida. De hecho, y según un estudio de la plataforma de vehículos Auto Scout, el 73 por ciento de las parejas elige un coche clásico para el día de la boda, cerrando su historia de amor como si de un cuento se tratase.
Los grandes favoritos: una auténtica joya motorizada, el flamante Rolls Royce Sylver Cloud, seguido de cerca del Jaguar MK II, otro de los coches ‘casamenteros’ predilectos por los novios, y cuyo auge tiene su explicación: el imponente despliegue de caballos que fue la boda entre Guillermo de Inglaterra y Catherine Middleton conseguía disparar las tendencias en el sector del motor, poniendo algunos modelos clásicos, como el inolvidable Aston Martin descapotable que la pareja empleaba para ir de Buckingham Palace a Clarence House, a la cabeza de los coches de boda.
Y para los más atrevidos, y que busquen poner la nota vintage con una edición antigua o reeditada de los grandes clásicos: los simpáticos Mini, el encantador Beetle o el Seat 600.